viernes, 17 de julio de 2015

La radio que yo conocí…


Cuando por cosas del C.N.U me vi en la imperiosa necesidad de mudarme de ciudad, mi primera impresión de la gran urbe que es Maracaibo fue el nocturno y primer paso por el puente sobre el lago, mi embelesamiento fue total ante la fascinación que produce cruzar por primera vez tan impactante obra de ingeniería, pero más que asombro, se veía en mi rostro toda la expectativa y alegría de mis años mozos acompañado de signos de la desgastada cultura hippy como aquellas abultadas y enredadas ideas revolucionarias, como abultada mi copiosa melena bucleada, signo de rebeldía de ese entonces; acuesta un pesado morral lleno de sueños, y no hablo de manera literal solamente, ya que verdaderamente llegue con un viejo morral de lona contentivo de algunas mudas de jeanes, franelas y algo de ropa interior, con el único fin de ahorrar espacio en el improvisado equipaje para dar cabida a varios libros de lectura cotidiana, que como ejercicio, leía y releía casi en forma de credo para aquel entonces.

El Periodismo Radiofónico en Venezuela” y La Radio. Su lenguaje, géneros y formatos” escrito por el profesor de periodismo Julio Cabello; “El Manual del Locutor” de Francisco Fossa Andersen; “Súper Estrellas” de Napoleón Bravo; “Como Hablar en Público” y “Hable más eficazmente” de Dale Carnegie, el revolucionario best seller “The Medium is  the Massage” del gurú del momento Herbert Marshall McLuhan, quien por cierto muriera ese año, todos estos, junto a una gruesa fotocopia de una guía-manual llamada “El Locutor Educativo”, además de una versión vigente para ese entonces del Reglamento de Radiodifusión; libros que ocupaban si no toda, una buena parte de la juvenil maleta, pero aunque ustedes no lo crean, lo que verdaderamente tenia un puesto muy especial en aquel equipaje eran unos espectaculares audífonos marca Pionner, auriculares profesionales cuya particularidad especial era el de ser totalmente planos, algo muy raro para la época, ya que esta clase de implemento electrónico se caracterizaba por tener una grotesca forma circular, algo semejante a un par de cocos partidos en cada lado del rostro, como los utilizados por el actor cómico Kiko Mendive en su papel del recordado “Casanova” en “La Rochela” o el de “Willy Potente” caracterizado por el también actor cómico Joselo en su popular programa de comedia “El Show de Joselo”.

 Aquella calurosa noche dominical tuve que dormir a la intemperie en el terminal y esperar la luz del amanecer, ante el terror que me dio desplazarme de noche en la inmensa y descocida ciudad, jamás pensé esa noche que mi forzada estadía estudiantil me convertiría en un marabino recauchado que ha alcanzado tal amor por esta ciudad como ningún otro de sus habitantes nacido físicamente en ella. Maracaibo era la ciudad escogida para estudiar mi carrera de Comunicación Social solo cinco años a partir de esa noche me separaba de regresar a mi Barquisimeto de los atardeceres crepusculares, a mi terruño musical, a mi casa de familia, a la tierra del primer beso; Maracaibo era sin duda algo más que una ciudad de concreto, era hogar grande que tenia algo en su característico calor que inmediatamente me sedujo, como una mujer que me atrapaba entre sus brazos despidiendo un sensual aroma al que no pude, ni puedo aun día resistir, símil que se hace verdad, una verdad tan grande como grande es el puente, sensación recurrente aun después de tres décadas de ese primer encuentro en abril de 1980.

 La ciudad de Udon despertó en mi ser como en mi alma, desde esa misma noche de mi llegada, el más puro embrujo que me ha convertido en una especie de híbrido ciudadano al que de forma particular llamo “maraguaro” quien junto a otros marandinos, maracoreanos, maraqueños, marapaisas conviven en perfecta armonía de la mano con la casta originaria de la singular ciudad enclavada en las riveras del más hermoso lago brotado sobre la faz de la tierra, sin duda amalgama única que vive como un solo pueblo esa alegría que no solo se manifiesta en los rostros sino en las almas de todos aquellos que día a día luchan a brazo partido por la familia, por la región, y por esa zulianidad heredada de una historia única que hace de la Grecia Americana, como fue llamada por años Maracaibo, la ciudad puerto o ciudad mercado mas singular de América.

La meta de vida estaba definida, y una de las vías para poder alcanzar el sueño juvenil era trabajar, y nada mejor que como locutor, gracias al certificado obtenido meses antes de mi llegada, pero no locutor en cualquier emisora, antes de mi arribo a la ciudad ya conocía de la existencia de Radio Reloj 1300 A.M. emisora radial considerada en todo el territorio nacional tanto por gente que hace radio, como por periodistas de farándula, empresas discográficas y artistas juveniles como una de las mejores estaciones juveniles del país.

                                                                  

 Intrigado por la curiosidad investigue, busqué información que me diera referencia de algunos locutores que habían formado y formaban parte de su staff de discjokeys, resultado, casi todos ellos surgidos de ese anti-establishment que se dio en el país con el surgimiento de las radios juveniles de los años setenta, entre ellos Gerardo Pozo, visto fuera de Maracaibo como la figura líder de esta radio para el momento; Rafael Aponte reconocido nacionalmente por su trabajo en Radio Continente, el Circuito Nacional Radio Visión y Venevision; Gilberto Correa, figura principal de la televisión venezolana quien no perdía una oportunidad para recordar como había pertenecido al equipo inicial de esa emisora fundada por su viejo amigo don José Higuera Miranda; Carlos Eduardo Ball voice over de Venevision y Discjockey estrella de la estación juvenil del momento en Caracas Éxitos 1090 A,M. y quien al igual que Correa había comenzado su carrera en los micrófonos de la pavita del cuadrante; Argenis D´Arienzo el gran discjockey de la radio juvenil zuliana, quien para la gran mayoría de lo radiodifusores de otras ciudades del país era el mejor discjockey de la región; Danilo Bautista quien gozaba de un buen nombre en el centro del país gracias a su trabajo en Radio Latina de Valencia; al igual de otros locutores como Enrique Rodríguez Mota ese tipo de locutor juvenil contestario de ideas revolucionarias; Oscar García Jr. el discjockey de los grandes espectáculos, amigo personal de Carlos Santana, Viola Will y tantas otras estrellas del mundo de la música, como también otros líderes del micrófono como Frank Izarra, Robert Enrique Urdaneta, Argel Ortega, Antonio Antepaz, José Bonacía todos figuras radiales nacidas bajo el sonido del discomusic, nombres que habían traspasado las fronteras del estado Zulia gracias a la calidad profesional demostrada en las ondas de esta importante radio de corte juvenil que transmitía con su potente señal de 10 kilovatios desde la sultana del lago.                                     

 Aun presente estaba en mi mente ese consejo entregado en los estudios de Radio Universo, emisora perteneciente al “Palacio Radial” de Barquisimeto, por Francisco Urdaneta, experimentado y destacado locutor larense, cuando al comentarle sobre mis planes de estudiar periodismo en la Universidad del Zulia sumada a la firme intención de probar suerte en la radio zuliana con el objetivo de financiar mis estudios; sin titubear me contesto con tono seguro y con el matiz casi de un padre, fraseando cada palabra, lo duro que era el mercado radial zuliano, dado a la gran cantidad de talentos radiales de impresionante calidad, quienes por años construyeron este medio en la región, como chispas saltaron nombres como el de Oscar García, Iván Villasmil, Octavio Urdaneta, los Govea, Pedro Colina, Esteban Vargas Nava, Alberto Quero Espina, Alberto González, Néstor López, Erasto Trujillo Urdaneta y hasta los de algunos larenses que se adelantaron a mi en eso de hacer radio en Maracaibo, como lo fueron: los hermanos Salvador (el dramaturgo) y Armando “El ganso” Garmendia, al igual que Rafael Guillermo Zamora locutor de primera línea y referencia obligada de la radiodifusión larense y capitalina por ser una de las voces mas espectaculares que ha dado la radio a nivel nacional, y quien en la década de los treinta inauguro la radio zuliana junto a pioneros de la industria como los hermanos Jiménez, Nicolás Vale Quintero, Pedro Bermúdez y tantos otros.
                                                                       
 Urdaneta sabiamente me recomienda a manera de estrategia comenzar en alguna emisora de poco poder, mientras se llegaba el momento de conocer el ambiente radial de la región, exhortación seguida casi de forma religiosa, apenas llegué, busque la emisora más débil en el dial, consiguiéndome con una señal casi subterránea que transmitía desde la ciudad de Cabimas, era una señal casi inaudible, y al tratar sintonizarla se convertía casi en un martirio... pero eso si, era una emisora de radio con una historia de lauros y estrellas radiales del peso de cientos de tanques petroleros, esa emisora era Radio Cabimas 1250 A.M. empresa radiofónica que vivía una pesadilla de largas historias de litigios jurídicos, indecisiones administrativas y erradas programaciones, con una parrilla de programas e inexpertas voces jovenes que iban al aire con un viejo y destartalado transmisor, que con creces y la astucia del técnico Alejandro Hernández, alcanzaba modular menos de quinientos vatios de poder, por cierto Alejandro lo llamaba “La Silla Eléctrica”, y es que, ni si quiera su antena estaba operativa, esta yacía en el suelo totalmente derribada por la depredación de los antisociales que robaron de ella sus radiales de cobre, como también poco a poco se llevaban los tramos de aluminio de la vieja y destartalada torre, esta era una muestra real de la desidia que anunciaba la prolongada y dolorosa muerte para tan importante empresa radial; recuerdo que para colocar la señal al aire, Hernández improviso una versión de antena Marconi hecha con una larga guaya de acero sujetada a dos postes del alumbrado eléctrico, que triste final para una emisora que dicto cátedra por años en la radiodifusión del Caribe desde aquel año 1947 cuando fue inaugurada por don Nicolás Vale Quintero con la presencia en su primera transmisión de Celia Cruz y sus Mulatas de Fuego, como también de la estrella joven del momento Alfredo Sadel.

La Pasantía por Radio Cabimas fue cortísima, quedando de esta etapa en mi carrera radial una hermosa amistad basada en el respeto y admiración con el gran músico y radiodifusor zuliano Dr. Harold Zavala quien para ese entonces tenia arrendada la emisora. A solo pocos días de estar al aire, y gracias al credo personal de que para alcanzar las metas fijadas se debe contar con unas buenas relaciones personales, me comenta Humberto Castro, operador del horario matutino quien además laboraba paralelamente como técnico de grabación y operario técnico del “Pájaro Azul” unidad móvil de Radio Libertad 620 A.M. emisora líder para ese entonces en la subregión Costa Oriental, que gracias a que veía potencial en mí, iba a hablar con su jefe, el joven Moisés Leiva para conseguirme una prueba de trabajo en Radio Libertad; la palabra fue cumplida y a los pocos días Leiva me entrega una guardia dominical nocturna y la responsabilidad de hacer algunos avances durante los días de semana, sin prueba alguna, solo creyendo en la palabra de Humberto Castro, aunque Moisés también sostenía que mi incipiente estilo de hacer radio era muy juvenil para su radio.

En Radio Libertad se repite la historia, mi pasantía por “La potente arriba” fue corta, pero quedo en mi el haber trabajado en una impresionante y organizada empresa radial, que sabia gracias a su planificada y moderna gerencia lo que hacia, programación conceptual que mantenía al aire un estilo brutalmente comercial diseñado por el joven radiodifusor Moisés Leiva, hijo del también radiodifusor Darío Leiva; la parrilla de Libertad estaba conformada por espacios de primera línea en opinión, información, entretenimiento y una musicalización popular de primera; Radio Libertad estaba comprometida con su pueblo, y la audiencia le correspondía con una altísima sintonía y un elevadísimo nivel de pertenecía, logros envidiables para cualquier empresa radiofónica; recuerdo que la emisora estaba identificada por un clásico y pegajoso jingle que sonaba como campana el slogan “Oigo Radio Libertad, canal 62” grabado por el legendario y desaparecido grupo Zheppy, esta original pieza musical se convierte en un icono sonoro que todos sus oyentes coreaban con gran facilidad y recall.

 Libertad contaba en su staff de locutores con profesionales de primer orden, el solo roce que producía el trabajar junto a este equipo de expertos del micrófono  dejaba una gran experiencia, allí asimile aprendizaje valioso para mis años futuros de radio de gente como Al Castro, Tirso Herrera, Ramón Rodón y Humberto Prieto, mención especial para este ultimo, un joven educador y comunicador que dejo huella invaluable en mi carrera radial, primero por sus positivos y alentadores comentarios hacia mi trabajo, y segundo, por la oportunidad y apoyo dado para el siguiente paso en mi meta fija de entrar a Radio Reloj, en especial recuerdo cuando después de un noticiero me anuncio con la alegría y solidaridad que solo los auténticos amigos suelen dar  -“Usted calza todos los números para trabajar en una emisora como Radio Reloj, yo este domingo no puedo hacer mi guardia en Reloj, así que hablé con el Sr. Lino Iragorri, y cuadré para que te hagan la prueba en ese horario…”- !bingo¡ de nuevo la mano amiga de las buenas relaciones personales se hacia presente, ya el destino me había puesto en el lugar y hora precisa, ahora todo dependía de mi.


Primera Parte. Por Hilder J. Hernández.