Eduardo Morell nace a finales de la década de los
veinte en la apacible y acogedora Mérida, sede de la segunda universidad en
importancia y antigüedad para la época, desde niño demuestra aptitud para lo
artístico, participando en cuanta actividad cultura, sarao o concurso infantil
de canto aficionado se diera en el pueblo
-“Siempre me gustó el mundo
artístico, al que me integre desde mi niñez. A los ocho años era cantante
aficionado, asistía a los concursos infantiles de radio en Mérida, y ganaba
aquellos premios simbólicos, al estilo de una pluma fuente”.- (Meridiano. 1983)
Además de los estudios se inclina por el trabajo,
convirtiéndose en pregonero del Diario Patria y vendedor de golosinas a las
puertas del único cine de la ciudad. Su padre, un emigrante italiano llegado al
país como parte una migración europea a finales de la primera guerra mundial, crea
y regenta para la década de los cuarenta, una incipiente y nada de tradicional
empresa de publicidad, extraña unidad empresarial, por no decir inusual para
ese entonces, en la pequeña ciudad de ingresos provenientes ampliamente del
sector agrícola y de la renta universitaria.
Eduardo Morell se involucra en la novedosa empresa
familiar desde muy chico, dedicándose a la venta y producción de avisos
publicitarios para los escasos y arrojados clientes, que por sus costos más
económicos que los establecidos por la también recientemente creada
radiodifusora La Voz de la Sierra en 1940, prefieren
anunciar en los eventos del cine local, conocido como Teatro Principal.
Es allí en el
donde, noche tras noche, antes de comenzar la función, con diapositiva o no, el
joven Morell leía y hasta improvisaba los comerciales que el mismo creaba,
entre uno de sus preferidos, aquel del almacén ubicado en las adyacencias de la
Plaza Glorias Patrias llamado Muchachos Hermanos, primer comercio
de la localidad en ofrecer las marcas de radio receptores Victors RCA, Philips,
General Eléctric, y que este demostraba en vivo al público, pero, con el
pequeño detalle que el joven promocionaba la programación que tenía aquella
estación de radio que se escuchaba en onda corta, y que la gente esas tierras
conocía como la emisora Broadcasting Central de Caracas, la cual trasmitía
diariamente desde hacía muchos años atrás, como se verifica en el periódico “Patria”
del 17 de junio de 1926, en cuyas líneas menciona que se reconoce por sus
siglas A.I.R.E.
Dentro de las estrategias de venta utilizadas por
estos pioneros de la publicidad en la región, estaba la creación de su propio
medio, una unidad de voceo que montaron en su carro D´Soto, con la cual micrófono
en mano, y a través de una gigantesca corneta metálica, tipo trompeta, estos fijaron
en el techo del vehículo. Con la novedosa móvil recorrían las estrechas calles
de la ciudad y cercanos pueblos a esta difundiendo, entre el ladrar de perros,
los nombres y horarios de las películas, los mensajes de los clientes, y en
especial la de los espectáculos deportivos y culturales, que en muchas
ocasiones eran montados por ellos mismos, como empresa de espectáculos y
variedades alterna a su oficio original.
Su fama creció en la localidad por la pericia que
este mostraba día a día en el perifoneo, pero sobre todo, por ese
estilo pícaro lleno de frases curiosas que este al vuelo creaba para
complementar los mensajes o anuncios, donde involucraba a las personas en
especial a las chicas, para captar la atención del público en las calles;
además de su proactiva disposición a resolver cualquier problema que se presentara
en la sala del teatro, llegando inclusive a sustituir a un boxeador que no se
presentaba o llegara a tiempo en una pelea programada que su productora
montaba.
En búsqueda de nuevos horizontes, él y la familia,
por decisión de su padre, hicieron maletas, cuando este apenas cumplió
diecisiete años, según su padre, para hacer una mejor vida, pero sobre todo,
para que el fogoso e inteligente Eduardo entrara a la Escuela de Formación de
Oficiales de la Guardia Nacional, carrera que en absoluto le llamara la
atención, pero que haría para no contradecir y complacer a su padre; ya en la
institución castrense las metas cambian cuando el hiperactivo cadete descubre
los sonidos del Rhythm & Blue, el Jazz y el incipiente Rock and Roll que
nacía como movimiento musical que seducía a los jóvenes a nivel mundial, y que
conocía desde el cuartel a través de las ondas sonoras de la radio
internacional y de esa radio caraqueña que él conocía desde muy
joven cuando la demostraba en su Mérida natal.
Morell decide que su vida no está en la carrera
militar, y abruptamente abandona esa meta, aun habiendo terminado la carrera
con altos honores en dos años, obteniendo el grado de oficial, y es que este no
era su sueño, era el de su padre,. Cerrado ese capítulo de su vida, es cuando
decide acercarse a la radio en su época de oro; con el piso y fogueo que le
daba su antigua actividad frente el micrófono callejero en las frías y
tradicionales calles andinas. Obtiene su certificado de locución a mediados de
los cincuenta y decide arrancar a buscar trabajo en la radio, para evitar un
poco los impases y reclamos del padre, se traslada a Maracaibo, laborando en la
afamada radiodifusora zuliana Ondas del Lago Radio, solo por una muy corta
temporada.
El inquieto joven decide regresar a la capital para
comenzar su carrera como locutor de conteos musicales pero esta vez como
productor de su propio programa -“A raíz
de la incursión en la radio de gente joven y enérgica, se dio inicio a un nuevo
estilo en la programación. Yo particularmente realizaba los espacios con
canciones modernas, mientras narraba un poco la historia de esa canción, el por
qué estovo de moda, etc… Eso fue lo que se llamó “Discjokismo”.- (Meridiano. 1983)
Esta estrella indiscutible de la radio de las
décadas de los cincuenta y sesenta, e inclusive en los años setenta se mantiene
como uno de los predilectos de la audiencia gracias a ese conocimiento que
desarrollo sobre todo del gusto de los oyentes jóvenes, premisa principal al
diseñar ese sinnúmero de programas exitosos e inolvidables a lo largo de su
carrera como lo fueron: Tragadiez de los Éxitos, Discoteca Internacional, La
Gran Parada de las Canciones, Mamá y Papá Sinfónola. Programas que atraparon las audiencias gracias
a su estilo y voz inconfundible, la que aun a sus 64 años se conservaba como la
de un joven, llegando a pensar muchos de los oyentes que quien trasmitía era un
pavo, como su irreverente audiencia, tono vocal característico que mantuvo
desde ese mismo noviembre de 1957 cuando arranco por Ondas Populares con sus
Tragadiez de los Éxitos, considerado por quienes lo conocieron su preferido.
Eduardo Morell junto al sello Twin Hits una filial
en Venezuela del sello neoyorquino PPX
Enterprises publica el primero de sus “Tragadiez de los Éxitos”, y los
siguientes, como también los otros de sus diferentes programas, con la
Discográfica Nacional Palacios, que era la distribuidora en Venezuela del sello
norteamericano, juntos dan inicio
en
el país, desde el año1962, a las
recopilaciones y compilaciones discográficas, es decir, un producto o serie de
colecciones discográficas con el sello del nombre del programa, en su caso “Los
Tragadiez de los Éxitos” además, abalado y refrendado por el locutor o
discjockey en un texto que por lo general aparecía en la contraportada del
álbum, en este concepto discográfico se
presentaba una recopilación, balance o selección de temas musicales, entre
grandes éxitos pegados y temas promocionales que Morell recomendaba a sus
oyentes, aunque hay que reseñar que las últimas publicaciones de sus discos las
ficha con el sello CBS.
Las afamadas placas musicales de “Los Tragadiez de
los Éxitos de Eduardo Morrell” se convierten en auténticas joyas discográficas,
las cuales lanzaron al mercado discográfico nacional cientos de estrellas
internacionales y del patio, entre el gusto de los jóvenes melómanos de la
época; sin duda este tipo de formato discográfico se hizo muy popular en las
décadas de los sesenta y setenta entre la gente de radio dedicada al
discjokismo lanzando muchos de ellos al
mercado sus propias versiones, hoy auténticos clásicos, tanto para los
catálogos de la empresas del disco como para las selecciones privadas de los coleccionistas
de la música pop.
Al igual que los álbumes de Morell también se dieron
el caso del “Desfile de Éxitos de Clemente Vargas Junior”; “El Hit Parade de
Oswaldo Yépez”; “Ciclo Pop de Jesus Leandro”; “Gente en Ambiente de Napoleón
Bravo”; “Éxitos de la Juventud con Freddy Eduardo”; “Yesterday Pop Music de
Phelo Partidas”, entre otros; por cierto,
tanto Clemente Vargas Jr, como Cristian Roux otro de los discjockey
pioneros de la radio, formaron parte del equipo de “Los Tragadiez de los
Éxitos”
Morell en toda su carrera fue un líder en ventas al
aire que gozo del apoyo de muchos anunciantes, dada su popularidad y aceptación
dentro del público joven donde gozaba de un gran poder de aceptación y
credibilidad gracias a su constante y renovada creatividad, que marco un estilo
único en el cuadrante radial. La mayoría de sus programas lo patrocinaba la
marca de zapato Willians Shoes haciendo de esta marca la preferida del público
consumidor y líder del mercado en la industria del calzado nacional. Asi de
bueno era Eduardo Morell.
Aunque no todo fue color de rosas, Morell fue
acusado por los medios impresos que seguían la fuente de radial de crear un
“Morellismo” ya que muchos locutores en las décadas de los sesenta y setenta lo
tenían como referencia, creándose una escuela de seguidores, a los cuales se
les acusaba de imitadores. También fue acusado de extranjerizante “Se me ha querido señalar como enemigo de la
Música Venezolana, pero nadie sabe por qué soy contrario a la sensiblería
barata; pues lo bueno es bueno en Caracas o en Pekín”. Unas de sus defensas en
la contraportada de su disco “Discoteca Internacional 1970 con el Sello Motown
Record.
Muere en la ciudad de Caracas los 64 años, el 8
de abril de 1993, con una actividad
radial menos intensa realizando algunos
programas especiales para la emisora de su amigo de siempre Oswaldo Yépez, y
dedicado a su empresa personal de contacto comunicacional para profesionales,
pero con el crédito de haber sido en la radio una especie de gurú radiofónico,
algo parecido a lo significo Renny Ottolina para la televisión; sin duda Morell
fue un innovador constante en el medio radial.
Eduardo Morell dejo un legado muy importante a l radiodifusion y la publicidad en Venezuela , siempre sera referencia para las nuenvas generaciones de como se puede con esfuerzo y trabajo,imaginacion y dedicacion llegar a crear una marca y un estilo, su trabajo sera eterno y nada lo hara desaparecer de la memoria Historica radial de Venezuela, por que como el mismo lo decia lo que es bueno es bueno aqui y en pekin. QEPD maestro Edurado Morell
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