Al conocerse la muerte del general Juan Vicente Gómez en
Maracaibo, esto a través de una llamada telefónica que desde Caracas hiciera
uno de sus apóstoles y presidente de gobierno del Estado Zulia, el general
Vicencio Pérez Soto, quien por cierto había acudido a lecho de enfermo del
benemérito en Maracay, y ante el evidente deterioro del mandatario se trasladó
a Caracas, debido a que su nombre, uno de los pocos fuera del apellido Gómez,
era de los más sonados para heredar el poder.
General Vicencio Pérez Soto
Las amplias y
empedradas calles del casco central de la ciudad se llenaron de diversos grupos
de exaltados jóvenes y líderes políticos, había la oportunidad de gritar
libertad por partida doble, primero, ante la confirmación de aquella noticia,
ahora oficial, pero manejada por el pueblo en especie de radio bemba o Vox Populi
desde el mismísimo 14 de noviembre de 1935, cuando la nación entera debido a la
férrea censura de prensa, rueda la bola que el general había suspendido su
viaje a Caracas y regresado de urgencia a Maracay motivado a los quebrantos de
salud originado por una descompensación de la diabetes mellitus y un súbito recrudecimiento del cáncer de
próstata, el cual por cierto se había negado a operar en 1932, y que por años había
minado y hecho estrago en la terca humanidad del viejo dictador, a lo mejor, por
temor a que no le sucediera lo mismo que a su compadre Castro.
Ante la fiebre, los malestares y un paro respiratorio que
supero gracias a la intervención rápida de su equipo médico Gómez se alojó en
su casa presidencial de las Delicias, de donde no saldría nuevamente con vida;
y segundo, quizás la más motivadora, el pueblo se sintió libre ante la ausencia
de Pérez Soto en la región.
De inmediato y gracias a que la estación radial Ecos del Caribe estaba ubicada muy cerca de la sede de la Gobernación, los enardecidos
ciudadanos en busca de libertad hicieron uso del mismo medio radioeléctrico,
que apenas unas horas antes había usado el líder del gomecismo en el Zulia para
radiodifundir a la colectividad la noticia luctuosa.
Improvisados oradores con sendos discursos políticos tomaron
los micrófonos, y otros en el papel de agitadores comenzaron a lanzar consignas
contra el régimen, e invitar al resto de la población y radioyentes, que por
vez primera seguían una información de tal magnitud en vivo, desde el propio
sitio de los hechos, a concentrarse en los alrededores de la Plaza Bolívar y el
Palacio de los Cóndores, sede del poder Ejecutivo.
A medida que se iban desarrollando los acontecimientos antes
descritos, partidarios e incondicionales seguidores del régimen se vieron atrapados
en el Palacio Administrativo y en el cercano Cuartel de Policía, enfrascándose
en una batalla mortal a fuego cruzado durante toda la noche y parte de la
madrugada contra los violentos insurrectos que se apostaron estratégicamente en
el Cuartel de Veteranos, hoy sede del Episcopado, y en el edificio de los estudios
de la emisora de radio.
El resultado de la violenta reyerta dejó varios heridos y
muertos, los sucesos culminaron con la quema de diferentes negocios situados en
la zona comercial adyacente al sitio de los hechos, pertenecientes a
empresarios, que de una u otra forma, eran identificados y señalados de
mantener relación y empatía política con el caído régimen, pero sobre todo, por
la intervención desde Caracas del nuevo presidente provisional el General López
Contreras, lo cierto fue que durante todo ese año hubo manifestaciones de todos
tipo en lo político y sindical que llevaron al nuevo gobierno a crear y
decretar en junio de 1936 la famosa Ley Lara.
por: Hilder J. Hernández
por: Hilder J. Hernández
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